Historia
Antecedentes Históricos
El ajedrez tiene su origen en la India, más concretamente en el Valle del Indo, y data del siglo VI d.C. Originalmente conocido como Chaturanga, o juego del ejército, se difundió rápidamente por las rutas comerciales, llegó a Persia, y desde allí al Imperio bizantino, extendiéndose posteriormente por toda Asia. La mayoría de los historiadores coinciden en ubicar el origen del ajedrez en la India en el siglo VII. El mundo árabe, adoptó el ajedrez con un entusiasmo sin igual: estudiaron y analizaron en profundidad los mecanismos del juego, escribieron numerosos tratados sobre ajedrez y desarrollaron el sistema de notación algebraica.
El juego llegó a Europa entre los años 700 y 900, a través de la conquista de España por el Islam, aunque también lo practicaban los vikingos y los Cruzados que regresaban de Tierra Santa. En las excavaciones de una sepultura vikinga hallada en la costa sur de Bretaña se encontró un juego de ajedrez, y en la región francesa de los Vosgos se descubrieron unas piezas del siglo X, de origen escandinavo, que respondían al modelo árabe tradicional. Durante la edad media España e Italia eran los países donde más se practicaba. Se jugaba de acuerdo con las normas árabes (descritas en diversos tratados de los que fue traductor y adaptador Alfonso X el Sabio), según las cuales la reina y el alfil son piezas relativamente débiles, que sólo pueden avanzar de casilla en casilla.
La era moderna del Ajedrez, sin embargo, puede ser ubicada en el siglo XV, donde las piezas obtuvieron
la forma que tienen actualmente. El primer analista serio del juego fue el
español Ruy López de
Segura (Siglo XVI), quien en 1561 describió las reglas que aún
se usan. El primer reglamento impreso fue publicado por Francois
Philidor con el título Analyse du jue des echecs (1749), que
fue traducido a muchos lenguajes y ayudó a la difusión del juego.
Durante los siglos XVI y XVII el ajedrez experimentó un importante cambio, y la reina se convirtió en la pieza más poderosa, en cuanto a su movimiento se refiere, del tablero. Fue entonces cuando se permitió a los peones avanzar dos casillas en su primer movimiento y se introdujeron la regla conocida como en passant ('al paso'), que permite capturar el peón que sigue su marcha y no come la ficha que se le ha ofrecido por una determinada estrategia, y el revolucionario concepto del enroque. Los jugadores italianos comenzaron a dominar el juego, arrebatándoles la supremacía a los españoles. Los italianos, a su vez, fueron desbancados por los franceses y los ingleses durante los siglo XVIII y XIX cuando el ajedrez, que había sido hasta entonces el juego predilecto de la nobleza y la aristocracia, pasó a los cafés y las universidades. El nivel del juego mejoró
entonces de manera notable. Comenzaron a organizarse partidas y torneos con mayor frecuencia, y los jugadores más destacados crearon sus propias escuelas.
La Leyenda de los granos de Trigo
Existe una leyenda que dice que hace mucho tiempo existió un rey que era
muy bueno, pero una vez luchando contra un reino enemigo perdió a su hijo en
una batalla, y por tal motivo se puso muy triste y se aisló en su castillo
reviviendo una y otra vez la batalla donde murió su hijo, recreándola de muchas
formas, y en ninguna podía salvar a su hijo y a su reino al mismo tiempo. Un
joven que sabia el dolor que el rey sentía pidió una entrevista con el, luego
de muchos intentos logro que el rey le diera la entrevista, el joven mostró al
rey el juego del ajedrez y le enseño su similitud con una batalla real. El rey
que era un gran amante de los planes de guerra no tardo mucho tiempo en
entender el juego, el joven le enseño al rey como era de importante sacrificar
alguna pieza para lograr el partido (haciéndole ver que el sacrificio que su
hijo había hecho fue lo mejor para el
reino).
El rey comprendió su error y acepto la muerte de su hijo, y le dijo al joven que le daría la recompensa que el pidiese, el joven le pidió la siguiente recompensa por la primera casilla del tablero quiero un grano de trigo, por la segunda casilla quiero 2 granos de trigo, por la tercera casilla quiero 4 granos de trigo, por la cuarta casilla quiero 8 granos de trigos y así sucesivamente por las demás casillas, el rey ordeno que entregaran la recompensa inmediatamente y agrego que era un pedido muy poco digno de su generosidad, los sabios del rey al tratar de encontrar el numero que correspondía a la cantidad de granos de trigo se dieron cuenta que era un numero muy grande de imaginar en esos días. Así fue como el rey aprendió otra lección a ser prudente y le pidió al joven se quedara en el castillo y trabajara como uno de sus asesores...
reino).
El rey comprendió su error y acepto la muerte de su hijo, y le dijo al joven que le daría la recompensa que el pidiese, el joven le pidió la siguiente recompensa por la primera casilla del tablero quiero un grano de trigo, por la segunda casilla quiero 2 granos de trigo, por la tercera casilla quiero 4 granos de trigo, por la cuarta casilla quiero 8 granos de trigos y así sucesivamente por las demás casillas, el rey ordeno que entregaran la recompensa inmediatamente y agrego que era un pedido muy poco digno de su generosidad, los sabios del rey al tratar de encontrar el numero que correspondía a la cantidad de granos de trigo se dieron cuenta que era un numero muy grande de imaginar en esos días. Así fue como el rey aprendió otra lección a ser prudente y le pidió al joven se quedara en el castillo y trabajara como uno de sus asesores...
Otra versión de la leyenda
Algunas referencias citan al joven que ayudó al rey como el bramán Susa o Sissa
(Susa Ben Dahir el Hidi, según los mejor informados). Luego de lograr la
fascinación del rey por tan noble invento, el sabio bramán aprovechó la
oportunidad para darle una lección al soberano y pidió "solamente" un
grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro
por la tercera y así sucesivamente. Por su puesto el rey accedió de inmediato a
tan "modesta" petición. Pero, efectuados los cálculos
correspondientes, recibió una mayúscula sorpresa : No podía pagar la recompensa
prometida puesto que la cantidad de granos a entregar equivalía a cosechar toda
la superficie terrestre cultivable (conocida en el día de hoy!) durante más de
10 años !!
Casi todos los que relatan esta leyenda coinciden en el total exacto: 18.446.744.073.709.551.615 (dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince), lo cual se puede confirmar con un buen procesador matemático.
Casi todos los que relatan esta leyenda coinciden en el total exacto: 18.446.744.073.709.551.615 (dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince), lo cual se puede confirmar con un buen procesador matemático.
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